Índice de contenidos
- La carrera contra la ansiedad.
- El viaje de Alex y el poder de su escudo.
- Drogodependencia y ejercicio físico
- Lesiones más comunes en niños y adolescentes
- Test de resistencia cardiovascular · Test de Ruffier Dickson
- El entrenamiento aeróbico y el sistema cardiovascular
- Cómo perder grasa y mantener la masa muscular
La carrera contra la ansiedad.
El viaje de Alex y el poder de su escudo.
A pesar de ser un niño de apenas 10 años con muchos amigos y una familia que le amaba, Alex se había vuelto poco a poco más introvertido en el colegio y menos hablador con sus compañeros y padres; y es que, como muchos, estaba siendo acechado por un pequeño monstruo invisible llamado Ansiedad. Desde la pandemia, algo había cambiado en su vida, ya no jugaba con las ganas de antes, sus padres estaban más estresados y él sentía que cada vez era más difícil respirar sin preocuparse por obligaciones, clases o inseguridades. Aunque trataba de hablar de sus miedos, no siempre sabía cómo, por lo que el monstruo seguía creciendo y creciendo casi sin que se diera cuenta.
Era un día algo gris, él se encontraba sentado frente a un televisor que parecía no llamarle la atención. Cansada de la situación, su mamá decidió dar un paso al frente, por lo que entró y se sentó delante de él con una idea que cambiaría todo.
“Alex, he estado leyendo sobre algo muy interesante» -le dijo mientras acariciaba su hombro con delicadeza. «¿Sabías que hacer ejercicio podría ayudar a mejorar tu ánimo?”
Alex refunfuñó con un giro de cabeza y un resoplido negando que pasara nada… pero era demasiado evidente. «Los mismos médicos te recomiendan hacer cosas para desconectar, quizás un deporte que te guste podría ser de mucha ayuda». Confundido, su pequeño pensó para sí mismo, ¿cómo moverse podría hacer que su cabeza dejara de dar vueltas? Pero su mamá, con una cálida sonrisa, le contó más.
“Cuando haces ejercicio, tu cuerpo libera unas sustancias que te hacen sentir bien. Se llaman endorfinas. Son como los superhéroes de tu cuerpo, luchan contra el estrés y la ansiedad. Y no solo eso, seguirán peleando para hacerte dormir mejor, mejorar tu confianza o tener más energía. Es como tener un escudo invisible contra todo aquello que te hace estar preocupado.”
Aunque Alex no estaba completamente convencido, decidió de una vez probarlo, sabía que en el parque de al lado habían unos chicos que siempre jugaban ahí. Al día siguiente, ahí estaban jugando al fútbol, por lo que, algo intimidado se unió a ellos. El primer día fue difícil: sentía que no estaba en forma, se cansaba rápido y tampoco pudo hacer alguna ocasión de gol. El segundo día dudó de si podía unirse, sin embargo, pensó en lo rápido que se le había pasado el tiempo y en lo que había disfrutado a pesar de todo; se armó de valor y con algo menos de vergüenza, se presentó allí. A medida que los días pasaban, algo ocurría: corría más, se cansaba menos, mejoraba y su mente se despejaba. El aire fresco, las bromas de los otros chicos, la pelota rodando por el césped… todo eso comenzó a distraerlo de su tormenta interior.
Al cabo de unas semanas, Alex notó algo curioso, aunque la ansiedad seguía allí de vez en cuando, ya no tenía el mismo poder sobre él. En lugar de quedarse atrapado en pensamientos oscuros, comenzó a sentir que podía enfrentarlos. Y lo mejor de todo, disfrutaba de algo que antes le parecía aburrido, ni más ni menos, que hacer ejercicio.
Así, Alex decidió apuntarse a un equipo, sentía que sus habilidades podrían aportar algo a un club. Un día, después de una práctica intensa de fútbol, su entrenador, Don Rodrigo, les habló a los chicos del equipo sobre algo más que el deporte en sí.
“Chicos,” -comenzó, “aunque ahora el entrenamiento se esté haciendo duro, más tarde nos dará sus frutos. Es importante saber que el ejercicio o hacer deporte no solo fortalece los músculos, también lo hace con el cerebro, incluso haciendo que se sienta más tranquilo. Cuando entrenamos juntos, nuestro cuerpo y mente trabajan en equipo, trabajan para conseguir un objetivo con esfuerzo, valentía y persistencia. Aquí aprendemos a luchar y crecer en cuerpo y mente; nada podrá competir con eso.”
Alex no entendía del todo lo que decía Don Rodrigo, pero sí sabía que las palabras del entrenador tenían sentido. A medida que pasaban los días, él se sentía más conectado con su equipo. No solo estaba mejorando en el fútbol, sino también en su manera de ver la vida. Había algo mágico en la sensación de ser parte de un grupo, de sentir que no estaba solo en sus preocupaciones y de encontrar a gente como él.
En una de esas tardes soleadas, después de una práctica, quedó con su amigo Marcos. Él era completamente sedentario, es decir, se pasaba el día sin apenas moverse o hacer ejercicio. Alex notaba a Marcos algo estresado en el colegio y nunca lo veía por las tardes porque tampoco salía mucho.
“¿Sabías que el ejercicio te ayuda a sentirte más animado?” -le dijo a Marcos con una sonrisa. «Es como si al correr o jugar no solo mejorara tu cuerpo, sino también tu mente; como si al moverte, desaparecieran tus preocupaciones. Vente un día conmigo y verás” -exclamó muy convincente.
Marcos se quedó sorprendido, ¿qué le había pasado a Alex? ¡apenas parecía él! Fuera como fuese, si su amigo tenía razón, él también podría verse igual. El deporte podría ser la clave que necesitaba. Durante esas semanas, nuestro pequeño protagonista había aprendido algo muy importante: el ejercicio no solo mejoraba su físico, sino que le ayudaba a liberar la tensión, a relajarse y a sentir más confianza en sí mismo.
Un día, mientras miraba su reflejo en un espejo, se notó más fuerte. Esto nunca le había llegado a preocupar, siempre había tenido un cuerpo normal, pero ahora hasta le agradaba verse en el espejo. Parecía que su cuerpo, su piel y su cara reflejasen a gritos el estado de su mente. En ese momento, su madre le vio por la rendija de la puerta. Sorprendida, llamó a su padre sin que Alex se diera cuenta, los dos se asomaron de nuevo, y ambos, con una sonrisa y una mirada cómplice, se fundieron en un abrazo y en un gran respiro.
Había pasado algo mágico, el estado de ánimo que tenía su hijo al principio les hacía pasarlo mal, estaban preocupados y necesitaban hacer algo. Ahora su pequeño rebosaba de vida, estaba alegre, tenía un objetivo que le motivaba y eso lo había cambiado todo en casa.
Un viernes, antes de un partido importante, el entrenador les dio una última charla motivacional. “Recordad, no se trata solo de ganar en el campo de fútbol, sino de ganar también al estrés, a los nervios y a la mente cuando no ayuda. Sé que algunos tenéis miedo ahora, pero si creemos en nosotros mismos y nos mantenemos fuertes, podemos enfrentar cualquier reto, incluso a este que tenemos delante. Ni la presión, ni los nervios, ni la gente nos van a acobardar, porque nosotros somos más cuando estamos juntos, cuando nos apoyamos y cuando somos un equipo.”
Con esas palabras resonando en su mente, Alex salió al campo. Su postura era erguida, como la de sus compañeros, sus hombros hacia atrás y la cabeza bien alta. No solo porque lo dijera su entrenador, sino porque se sentía realmente preparado para cualquier desafío. Y en ese momento, en ese campo de fútbol, Alex descubrió algo que nunca imaginó: el ejercicio no solo era una forma de alejar sus preocupaciones, también una manera de fortalecer su espíritu, su mente y su cuerpo.
El día había sido una locura, un sinfín de emociones y sentimientos que muy difícilmente borraría de su memoria. Llegó la noche, se metió en su cama y mirando hacia el techo se acordó de aquella locura. Tras unos segundos mientras descansaba, una gran sonrisa de satisfacción se le escapó de su cara, hasta que, tras unos parpadeos lentos y un buen bostezo, sus ojos (merecidamente) se cerraron. Alex ya sabía que el camino hacia una vida más tranquila y feliz iba de la mano de su familia, pero también de ese deporte, de ese grupo y de esa fortaleza que había forjado. Finalmente, este niño de 10 años se encontraba al principio de un largo viaje de descubrimiento que, sin duda, estaba siendo el más importante de todos.
Y así, en ese pequeño rincón del mundo, Alex encontró la clave para manejar su ansiedad y la fuerza para afrontar cualquier reto, dentro y fuera del campo de fútbol. Como él, todos podemos descubrir que moverse, correr, saltar y jugar, son más que simples actividades físicas, son las armas más poderosas para mantener ese monstruo a raya un día más.
Precioso final Juan. ¡No dejes de seguir escribiendo!
Muchísimas gracias de corazón por tus palabras Clara!
Me ha gustado mucho! No dejes de escribir!!
Muchísimas gracias Alberto, tu comentario significa mucho para mí! Un abrazo 🙂
JUANVI me ha encantado, creo que puede ayudar a tantos niños y jovenes que estén pasando por situaciones similares. Mucho ánimo y a por el siguiente!!! Un abrazo fuerte 😘😘
Muchas gracias Isabel! Ese es el objetivo, aportar algo positivo a la gente. Y con que lo haya conseguido con una persona, habrá merecido la pena! Un super abrazo 🙂
Juanvi acabo de leer el texto, por supuesto me ha encantado, pero más aún , me ha hecho reflexionar sobre muchas cosas . Guapo un abrazo.
Muchísimas gracias Pilar… me deja sin palabras que esta pequeña historia llegue a aportar cosas como estas a alquien…. Muchísimas gracias de nuevo por tu apoyo! 🙂