El éxito deportivo y el trabajo de la honestidad

Cómo el trabajo de la honestidad ayuda a crear una base sólida para triunfar en el ámbito deportivo.

Este quizás sea un tema que no muchos autores se arriesgan a tocar, pero que en el que cuanto más uno se adentra, mayor es la conexión con el éxito deportivo. En este artículo veremos cómo la sinceridad con uno mismo y con los demás ayuda a conocer la propia realidad personal y a luchar por mejorarla. Dicha capacidad se transmite con los compañeros de equipo creando un ambiente verdadero de cohesión y positividad que está muy ligado al apoyo y al buen trabajo en equipo. Una persona que no es honesta consigo misma, puede traer consigo frustración, egocentrismo y negatividad con el resto de compañeros, por lo que la enseñanza de esta capacidad al niño o adolescente, será clave para forjar un buen deportista.

 

Ya vimos algo parecido y relacionado en El contacto físico como precursor del éxito deportivo

 

Fábula de la honestidad

Para hacer entender sin más dilación, me gustaría probar con algo distinto, una fábula y una moraleja. Escuché esta historia cuando estudiaba un curso de psicología y desde el primer momento me dejó fascinado. Yo quería aprender algunas de las claves del comportamiento humano, pero sinceramente salí del curso con algo más, esta historia.

Hace mucho, mucho tiempo, un rey quería casar a su hijo, ya que él se estaba haciendo mayor y quería ver cómo su reinado tenía continuidad. Al príncipe no le gustaba cualquier mujer y le dijo a su padre que quería ver a todas las mujeres del reino reunidas en palacio. Se lanzó un bando que decía que todas las mujeres casaderas del reino tenían que presentarse en palacio esa tarde.

Por otro lado había una campesina que siempre había soñado poder conocer al príncipe, aunque esto estaba muy lejos de sus posibilidades, ese sueño le acompañaba siempre. -¡Dios mío, puedo ir a conocer al príncipe! se dijo, -Aunque he soñado con este momento toda la vida, él no se fijará en mí. Eso sí, habré conseguido mi sueño, ¡conocerle!

A palacio fueron mujeres de alta alcurnia, las mujeres de campo no se atrevieron a ir, menos una, la campesina soñadora. Una vez el príncipe tuvo a todas las cortesanas en palacio, les dijo que les iba a dar una semilla a cada una para que la cuidaran y al cabo de un mes tenían que volver con lo que hubiese nacido de esa semilla.

Todas se fueron para atender única y exclusivamente esa semilla que podría ser la llave para poderse casar con el príncipe. Nuestra campesina sembró la semilla, la regaba, le hablaba con mucho amor a esa semilla en la que confió.

Pasaron las semanas y de esa semilla no salía nada, se sintió triste la campesina, aunque su sueño ya lo había conseguido, conocer al príncipe.

Llegó el día de volver a palacio para ver qué había nacido de las semillas que había entregado el príncipe y cuando nuestra campesina llegó, vio un mundo de colorido por todos los rincones, todas las demás llevaban unas flores dignas de admirar y ella llevaba la semilla que le había entregado su príncipe.

Se pusieron en fila y el príncipe entró en la sala, se quedó admirado de tanta belleza y color y al ver a nuestra campesina le preguntó.

-¿Qué traes tú?, ella echó la mirada al suelo y le contestó -No puedo traerle flores, pues no me salió nada de la semilla. El príncipe le cogió de la barbilla para alzarle la mirada y le dijo. -Tú has de ser mi esposa, pues todas las semillas eran estériles y tú has sido la única honesta, esto es lo que yo busco en una esposa. La honestidad.

Aplicación al deporte

Desde mi punto de vista, me parece una fábula perfecta para hacer entender a los jóvenes el poder que tiene la honestidad. Si consigues que tus deportistas, jugadores o alumnos sean honestos o sinceros consigo mismos, verás cómo se hacen no sólo grandes jugadores, si no grandes personas. Tú habrás colaborado para ello y te aseguro que lo recordarán toda la vida.

La aplicación deportiva de la honestidad se da cuando nuestros deportistas conocen sus posibilidades (sus fortalezas y debilidades) y trabajan para mejorarlas día tras día. No echan la culpa a nadie por sus errores, si no que saben analizar la situación e identificar su propia responsabilidad.

Tendremos una persona empática que sabe por su propia experiencia cómo autogestionarse y optimizarse, por lo que entenderá las posibilidades de cada uno y ayudará a que los demás sigan su mismo camino. Todo ello crea un clima de positividad en el resto de compañeros, que lucharán por apoyarse los unos a los otros, estableciendo una cohesión envidiable consistente en compañerismo y aceptación. Sentirán ambición por mejorarse y que los demás lo hagan.

Por el contrario, aquel deportista que piensa que sus propios errores vienen de las acciones de los demás, engañará a los demás y se engañará a sí mismo, se frustrará, tendrá una actitud negativa que afectará al resto del grupo e incluso se contagiará. Si reforzamos esta actitud diciendo «no te preocupes, es que tu equipo es muy malo» o «podrías haber marcado hoy perfectamente pero tus compañeros no dan 3 pases seguidos».

Sea verdad o mentira, el propio lenguaje negativo que se utiliza sólo debilita al resto del equipo y ensalza desmerecidamente al propio jugador, originando simplemente egocentrismo y baja autoestima a los demás. Si es mentira y lo hacemos por complacer al propio jugador, seguiremos dando de comer al ego, generando un deportista polémico.

Conclusión

Tanto si eres deportista, como entrenador, ten muy en cuenta esta propiedad de la personalidad si quieres despegar deportivamente. El rendimiento deportivo y el éxito deportivo no sólo consiste en ser muy bueno uno mismo, sino en saber colaborar con los demás, conocer al compañero (leer sus movimientos y sus capacidades), aceptar a los demás y ayudar para que el grupo sea mejor. De esta manera, el propio deportista será una persona sana deportiva y personalmente.

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